José Antonio Alonso apunta además que la nueva Agenda expone cinco desafíos, a los que la universidad puede y debe dar respuestas dentro de sus ámbitos naturales de actuación:
- La Agenda tiene un planteamiento demasiado general: falta focalizar en los ODS. La Agenda del Milenio se planteaba erradicar la
pobreza extrema con la consecución de ocho Objetivos claros, que vertebraron los esfuerzos de la comunidad internacional; la Agenda Post 2015 es más integral, pero también más difusa.
- Por una parte, hay un exceso de objetivos, hasta diecisiete; pero por otra parte, es interesante que se promuevan aquellos que implican por primera vez una mirada sobre los procesos de desarrollo, no sólo sobre el resultado.
- Hay ciertos objetivos de difícil realización, bien por abstractos, o bien porque no se especifica cómo abordarlos; la gobernanza global se tiene que construir sobre reglas y compromisos.
- Fue fácil transmitir a la sociedad el objetivo de erradicación de la pobreza extrema. Ahora hay que construir una narrativa nueva para transmitir a la sociedad los nuevos objetivos (más genéricos y complejos).
¿Cuál es el papel de la universidad?
Ante un sistema de cooperación cambiante, donde la perspectiva Norte-Sur ya no es válida, y en el que se han multiplicado los actores, la universidad debe tener un compromiso en:
- La construcción y transmisión de esta narrativa para que translade a la sociedad los nuevos objetivos de desarrollo.
- La generación de capacidades internas: tanto en las personas como en las instituciones.
- Actuar como un actor capaz de construir y facilitar la creación de alianzas que permitan trabajar en red a diversos actores.