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Observatorio de la Cooperación Universitaria al Desarrollo

La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres: algo más que palabras (Nekane Balluerka Lasa, rectora de la Universidad del País Vasco)

En este tercer artículo de la serie de opiniones de expertos sobre la integración de la Agenda 2030 en la universidad, la rectora de la Universidad del País Vasco, Nekane Balluerka Lasa, reflexiona sobre el ODS 5.

Nekane Balluerka LasaNekane Balluerka Lasa, rectora de la Universidad del País Vasco

 

No cabe duda de que hemos heredado un mundo lleno de problemas. Los medios de comunicación nos presentan, todos los días, comportamientos individuales y colectivos que, en ocasiones, muestran hasta dónde llega la crueldad humana. El origen de estos problemas es complejo pero, sin duda, tiene mucho que ver con la forma en la que nos relacionamos con otras personas; un modelo de relación caracterizado, a menudo, por la dominación y la explotación.

 

Creo que no podemos hablar de forma seria y rigurosa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), sin hacer una breve alusión a los problemas que pretende abordar este modelo de desarrollo. Es verdad que en el último siglo las condiciones de vida de una parte importante de la población mundial han mejorado de forma considerable, pero paralelamente a esta mejora, o tal vez en parte como consecuencia de ella, la población ha aumentado exponencialmente. La población mundial en 1950 era de 2.500 millones y en 2017 es de 7.550; las prospectivas de la Unidad de Población de Naciones Unidas estiman que en 2050 se alcanzarán los 9.772 millones (1). En un planeta superpoblado el control de las personas y de los recursos naturales se convierte en un elemento esencial para la obtención de beneficios, pero estamos inmersos en una dinámica que parece no reparar en que las personas son personas y los recursos son limitados y pertenecen también a las generaciones venideras.

La agenda del milenio y los ODS son la muestra de que las dinámicas económicas vigentes deben transformarse profundamente para poder garantizar el bienestar de la población actual y futura. Para ello deberían combinarse de forma inteligente el desarrollo económico, el social y el medioambiental, lo cual requiere una distribución equitativa de los recursos y transitar hacia economías verdes, caracterizadas por patrones sostenibles de consumo y producción, siempre teniendo en cuenta los retos demográficos (2). Estamos hablando de conceptos y medidas que pretenden influir de forma estructural en las políticas de los países, pero que conviven con otras políticas que actúan en sentido contrario. Se trata, por tanto, de un objetivo que se desarrolla frente a otro de sentido opuesto, que pretende que las relaciones económicas permanezcan inalterables. No tener en cuenta esta importante contradicción sería caer en una interpretación ingenua de la realidad.

Ods5

Dicho esto abordemos el objetivo que nos ocupa en el presente monográfico, el 5º Objetivo de Desarrollo Sostenible, que pretende “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas” (3). El propio enunciado recoge dos términos profundamente políticos -la igualdad y el empoderamiento- y desvela que la mitad de la humanidad sufre situaciones de desigualdad. El texto original señala que “las mujeres y las niñas siguen sufriendo discriminación y violencia en todos los lugares del mundo” y añade que la igualdad entre los géneros es “la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible”.

No puedo estar más de acuerdo con lo que se afirma. Efectivamente, si fuéramos capaces de construir formas de relación más justas entre hombres y mujeres el mundo cambiaría; si consiguiéramos que las relaciones entre hombres y mujeres fueran horizontales, que se guiaran por un reconocimiento básico de la igualdad de derechos y si este reconocimiento se ejerciera de forma efectiva, el mundo cambiaría. Mientras el mundo de la producción, de la política y de la economía -que es lo realmente importante en este sistema- sea de los varones, a las mujeres les quedará la labor de la reproducción y el cuidado, el trabajo doméstico que se basa, en definitiva, en el amor y en el desinterés.

La situación de desigualdad de las mujeres en el mundo no se manifiesta del mismo modo en todos los países. Nos encontramos con situaciones más dramáticas en aquellos lugares en los que la desigualdad de género se combina con pobreza o con guerras. El informe de “Seguimiento del progreso en el logro de los ODS de 2017”, presentado en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas el pasado mes de mayo, realiza un diagnóstico preocupante en lo que respecta a este objetivo. Dice lo siguiente: “La desigualdad entre los géneros persiste en todo el mundo, privando a mujeres y niñas de derechos y oportunidades fundamentales. El logro de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas requerirá esfuerzos más enérgicos, incluso en los marcos jurídicos, para combatir la discriminación basada en el género profundamente enraizada” (4).

El informe incluye algunos datos en los que basa su juicio:

  1. En 87 países, el 19% de las mujeres de entre 15 y 49 años de edad dijeron que habían experimentado violencia física o sexual, o ambas, a manos de su pareja en los 12 meses anteriores a la encuesta (datos de 2005 a 2016).
  2. En torno a 2000 mujeres, casi 1 de cada 3 mujeres de entre 20 y 24 años de edad, indicaron que se habían casado antes de cumplir los 18 años.
  3. Desde 2000, la práctica de la mutilación o ablación genital femenina ha disminuido en un 24%. No obstante, en los 30 países donde la prevalencia es aún elevada, 1 de cada 3 niñas de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años habían sufrido esa práctica (datos de 2015).
  4. El promedio de tiempo dedicado a los cuidados asistenciales y el trabajo doméstico no remunerados es tres veces superior en las mujeres que en los hombres (datos de 83 países).
  5. A nivel mundial, la participación de las mujeres en los órganos legislativos únicos o en los parlamentos nacionales alcanzó el 23,4% en 2017, solo 10 puntos porcentuales más que en 2000.
  6. Entre 2009 y 2015 menos de un tercio de los puestos directivos superiores e intermedios estaban ocupados por mujeres.
  7. Poco más de la mitad (52%) de las mujeres de entre 15 y 49 años de edad que están casadas o viven en pareja toman sus propias decisiones en materia de relaciones sexuales consentidas, usan anticonceptivos y acuden a los servicios de salud (datos de 2012 sobre 45 países, 43 de ellos de regiones en desarrollo).

 

¿En este contexto, qué papel debemos jugar las universidades?

No cabe duda de que los problemas que pretende superar este objetivo no atañen sólo a los países en desarrollo, sino que son problemas que padecen todas y cada una de las mujeres del planeta. La erradicación de la violencia contra las mujeres, el control sobre el cuerpo y la sexualidad, la distribución equitativa de las tareas domésticas y la participación y liderazgo en la vida política y económica son retos que debemos plantearnos todas las mujeres y que deben transmitirse de generación en generación. Pero esto requiere mucho trabajo; se trata de mirar más allá de lo que conocemos y tratar de construir un mundo en el que estas cuestiones se resuelvan de otra manera.

Ante un objetivo tan ambicioso, nos queda mucho por hacer. El concepto capital para desarrollar esta idea es la transversalidad de género o el enfoque integrado de género (Gender mainstreaming) (5) que supone poner la igualdad de género en el centro de las políticas y programas en todas sus fases y niveles abogando por la desaparición de la discriminación. Aunque inicialmente las políticas mundiales priorizaron los programas de ayuda a las mujeres, la práctica ha demostrado que son insuficientes para desactivar las barreras estructurales y culturales. La transversalidad de género ha generado así la idea de Transformación Institucional, un cambio integral de las organizaciones para transitar hacia otras en las que la igualdad sea una realidad (6). El foco no debe establecerse solamente en las mujeres sino también en los contextos.

En mi opinión, tomarnos en serio el 5º Objetivo en el ámbito universitario requiere actuar a distintos niveles: 

  1. Diseñar e implantar cursos de sensibilización sobre estas cuestiones para toda la comunidad universitaria (alumnado, Personal de Administración y Servicios y Personal Docente e Investigador).
  2. Impulsar acciones dirigidas a garantizar la representación igualitaria de hombres y mujeres en los órganos de gestión y decisión (equipos decanales; direcciones de departamento; equipos rectorales; comisiones académicas, de contratación, de evaluación de la excelencia…).
  3. Desplegar estrategias que garanticen el acceso equilibrado al mundo de la ciencia. Se han marcado objetivos ambiciosos en este sentido y, aunque se observan progresos, también se constatan retrocesos a medida que avanzamos a niveles más altos de responsabilidad y liderazgo (7). Ganar en transparencia en la toma de decisiones, en los procesos de contratación, en los concursos, en los nombramientos y elecciones es una de las claves para el éxito.
  4. Dar prioridad a la igualdad de género y al empoderamiento de las mujeres en la agenda universitaria. Diversos estudios señalan que más allá de la discriminación directa -que es la más fácilmente combatible-, hay una discriminación soterrada e indirecta que tiene que ver con los estereotipos y las creencias. Cambiar estas tendencias exige dar visibilidad a la aportación de las mujeres, construir modelos en los que las estudiantes más jóvenes se puedan mirar y que deseen imitar, convertirlos en espejos posibles y reales.
  5. Monitorizar los sesgos de género que puedan estar creando los nuevos sistemas de promoción de la carrera académica y científica. El alto nivel de exigencia trae como consecuencia directa un retraso en la estabilidad laboral de las personas académicas, lo que está estrechamente vinculado al género dado que coincide con los ciclos de vida de las mujeres (maternidad, crianza y cuidado).
  6. Introducir temáticas de género y ciencia e igualdad de género en las titulaciones universitarias bien dentro del curriculum o bien como competencias transversales que se puedan trabajar en las asignaturas ya existentes. Ello generaría una mayor conciencia entre las personas graduadas, profesionales y científicas y estimularía la presencia del género en la formación y la investigación.
  7. Re-crear las relaciones entre las personas. Cada universidad es un micro universo en el que se reproducen las relaciones de género, pero es asimismo un espacio privilegiado para re-crearlas. Sensibilizar y concienciar sobre la transversalidad de género, adoptarla como una prioridad en los equipos rectorales, articular redes de mentorazgo que pongan la ayuda, la escucha y la empatía en el centro de la cultura universitaria son acciones posibles y necesarias que nos aproximarían al cumplimiento del 5º Objetivo del Desarrollo Sostenible .

El 5º ODS es un problema, un reto y una oportunidad. Las posibilidades para alcanzarlo son muchas y las experiencias que se presentan en este monográfico constituyen una buena muestra de ello. Más allá de marcos legislativos, normativos y orientaciones, lo importante es que cada persona, desde su ámbito de responsabilidad, asuma este objetivo y trate de contribuir a la construcción de un mundo más igualitario.


 

Referencias:

 1 United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division (2017). World Population Prospects: The 2017 Revision, Key Findings and Advance Tables. Working Paper No. ESA/P/WP/248. Consultado 24 agosto 2017. https://esa.un.org/unpd/wpp/Publications/Files/WPP2017_KeyFindings.pdf

 2 UNFPA, UNDESA, UN-HABITAT, and IOM (2014).  Population and sustainable development in the Post-2015 agenda. Report of the Global Thematic Consultation on Population Dynamics.  New York: UNFPA.

3 United Nations Women. http://www.unwomen.org/es/news/in-focus/women-and-the-sdgs/sdg-5-gender-equality

4 Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (2017). Progresos en el logro los Objetivos de Desarrollo Sostenible: Informe del Secretario General (E/2017/66). http://undocs.org/es/E/2017/66

5 United Nations Women. http://www.un.org/womenwatch/osagi/gendermainstreaming.htm

6 Ministerio de Ciencia e Innovación (2011). Cambio estructural de las instituciones científicas: impulsar la excelencia, la igualdad de género y la eficiencia en la investigación y la innovación. http://www.idi.mineco.gob.es/stfls/MICINN/Ministerio/FICHEROS/UMYC/Cambio_estructural_instituciones_cientificas.pdf

7 Sánchez de Madariaga, Inés;  De la Rica Goiricelaya, Sara; Dolado Llobregad Juan José (coords.) (2011).  Libro blanco: situación de las mujeres en la ciencia española Unidad de Mujeres y Ciencia. Ministerio de Ciencia e Innovación.


Fecha de publicación
1 de enero de 1970

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